Copiamos el texto del discurso de nuestro Vicepresidente, quien conoció personalmente al padre Bernardo Starischka, fue su profesor de física y capellán del grupo scout del Liceo Alemán. La presentación fue muy aplaudida porque incluyó varias anécdotas de este sacerdote y científico.
El monolito que recién hemos inaugurado en el antejardín, dice en su primer párrafo: “En la década de 1950, autoridades y circunstancias relevantes se conjugaron para la instalación en Chile de grandes observatorios astronómicos”. Y así fue exactamente lo que ocurrió. No es que no hubiese actividad astronómica en Chile, especialmente desarrollada por la Universidad de Chile y también por la Universidad Católica. Hay que reconocer y destacar a estos pioneros.
Sin embargo, a partir de la instalación de ESO en nuestro país, y a partir del Convenio firmado con el Estado de Chile en 1963 – hecho inesperado- se inició un desarrollo sostenido del más alto nivel, que convertiría a nuestra Patria en el principal centro mundial para la observación astronómica moderna.
¡Cómo no destacar al astrónomo alemán Jürgen Stock, al profesor Otto Heckmann, al padre Bernardo Starischka, a los Ministros Julio Philippi y Paulino Varas, y sin duda al propio Presidente de la República don Jorge Alessandri, quienes tuvieron la visión de emprender este gran desafío. No cabe duda que cada uno de ellos estuvo en el lugar preciso y en el momento adecuado, con una visión de futuro claramente sobresaliente!
En este exitoso proceso y desarrollo de la Astronomía, hubo un personaje clave y providencial quien posibilitó la instalación de ESO en Chile. Me refiero al Doctor en Astronomía, Físico y Matemático, padre Bernardo Starischka, sacerdote alemán de la Congregación del Verbo Divino, nacido en Löwen en 1913, quien en el año 1959, invitó al Dr. Otto Heckmann, miembro de la Comisión Europea de Astrónomos, a conocer los nítidos cielos del norte de Chile, antes de tomar la decisión de instalarse ellos en Sudáfrica.
A partir de esa fecha, miembros de dicha Comisión Europea vienen a Chile a tomar mediciones y verificar la calidad de los cielos y lugares aptos para la eventual instalación de observatorios. Cuando el Dr. Otto Heckmann viajó a nuestro país, el padre Starischka fue crucial para acompañarlo en los trámites de todo tipo, que llevarían a ESO a instalarse en Chile.
El Dr. Heckmann recordaría lo siguiente: “Debo señalar que en nuestros primeros pasos en Chile, hubo una única persona que fue de extraordinaria ayuda, el Dr. Bernardo Starischka, sacerdote de la Congregación del Verbo Divino. Lo conocí cuando él preparaba su tesis doctoral en Hohen List y me señaló que ciertamente en Chile se nos recibiría con la mejor disposición, y especialmente el Gobierno nos apoyaría en alta medida. Cuando le informé en 1963 que queríamos una pronta visita a Chile, se puso de inmediato en acción”.
Los astrónomos europeos siempre fueron acompañados por el padre Starischka, quien en su calidad de Rector del Liceo Alemán de Santiago, pudo relacionarlos con los Ministros y autoridades de la época, lográndose así todas las facilidades que ESO requería y que ni siquiera en Europa habían obtenido.
Es bueno recordar que 6 de los ministros del entonces Presidente Jorge Alessandri, gran mandatario, eran exalumnos del Liceo Alemán. Una de las cosas que más llamó la atención a los astrónomos visitantes, fueron las facilidades que se iban obteniendo por la simple intermediación del padre Starischka y de varios exalumnos, entre los que podemos recordar al General Eduardo Jensen, Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea.
El Dr. Heckmann se entrevistó con don Julio Philippi Izquierdo, hombre genial y científico, Ministro de Relaciones Exteriores, quien reconoció de inmediato la importancia de este Proyecto para el país, dándolo a conocer en las esferas de Gobierno y del Parlamento, obteniendo la decisiva aprobación del Presidente don Jorge Alessandri Rodríguez.
Coincidentemente, el Ministro de Tierras y Colonización, don Paulino Varas Alfonso, aquí presente, facilitó y agilizó los decretos de entrega de tierras en calidad de recinto extra-territorial para la construcción del Observatorio Astronómico de La Silla, el que sería posteriormente inaugurado en 1969. Con el paso de los años el Observatorio Europeo Austral construiría los grandes observatorios de Paranal-VLT, APEX-ALMA, y continuaría desarrollando la astronomía moderna hasta convertir a Chile en el mayor centro astronómico del mundo.
El sucesor del Dr. Otto Heckmann afirmaría después en su libro “ESO’s Early History”, que fue el P. Starischka quien pavimentó el camino para el acercamiento del primer Director General con las autoridades chilenas: “A pesar de que Otto Heckmann comprometió a la Organización en un acuerdo firmado en 1963, antes que este Convenio hubiese sido ratificado por los países signatarios, la Organización aprobó lo hecho por su Director”
Esta tarde, quiero hacer una breve semblanza del padre Bernardo Starischka, un alemán excepcional, que desarrollaría su vocación misionera y sacerdotal en Chile, a diferencia de todo lo que él se había imaginado, pues estuvo a punto de ser enviado como misionero a África. Aquí su alma se volcó hacia las estrellas y en la quietud del firmamento buscó a Dios, con tanta fe y convicción, que entusiasmó a los que tuvimos la suerte de conocerlo y recibir sus enseñanzas como profesor de Física y Matemática, en el Colegio y en la Universidad Católica.
Tuvo una vida apasionante. Durante la Segunda Guerra Mundial, ya sacerdote, fue alistado como enfermero en la Marina de Guerra Alemana, sorprendiendo a sus superiores militares por sus avanzados conocimientos científicos. En cierta ocasión, todos quedaron sorprendidos por una charla explicativa que tuvo que darles sobre la desintegración atómica, en orden a fabricar una súper bomba mil veces más poderosa que todas las armas hasta entonces conocidas. Por supuesto que no les calzó que un simple sacerdote católico y soldado-enfermero fuese tan preparado. Y desde ese momento se redobló la vigilancia sobre él.
Tiempo después fue trasladado a una base de submarinos cerca de Rotherdam, desde donde partían torpedos tripulados por una sola persona, quien lo conducía hasta poco antes que explotaran en los barcos enemigos. El torpedo, atraído mediante un mecanismo magnético, impactaba sobre el blanco sin fallar.
De esta forma el tripulante del torpedo humano quedaba a merced de las olas en medio del mar. En este caso, la misión del padre Starischka, dado que era un experto nadador de larga distancia, era rescatar al tripulante de dicho torpedo. Cientos de navíos fueron hundidos y al padre Bernardo le tocó salvar la vida de numerosos sobrevivientes, amigos y enemigos.
Ya finalizada la Guerra, tomó cursos avanzados de Física y Matemática en la Universidad de Bonn, y a fines de 1948, sus superiores religiosos lo destinaron a Chile como profesor en el Liceo Alemán de Santiago, donde impactó gratamente a sus alumnos.
Uno de ellos, Jorge Ossandón, lo recuerda de esta forma: “Teníamos ante nosotros un sacerdote aguerrido, moderno, deportista, físico y matemático, y conocedor profundo de las miserias de la Guerra. Era el prototipo del héroe. Una gran amistad se forjó entre todos. Siempre alegre y de buen ánimo. Y pese a la barrera del idioma, logró penetrar fácilmente en nuestra imaginación y en nuestro cariño. Le pedíamos que nos contara de su vida y nos hablaba con emoción de las innumerables veces que escapó de la muerte, por la gracia de Dios”
Eran admirables su entrega sacerdotal, su pasión por la ciencia y su amor por el deporte. En el aula y en el laboratorio mostraba su entusiasmo por la matemática y la física moderna. Nunca faltaba una situación hilarante, como cuando en el colmo de su indignación le grita a un insolente: “O sale fuera de la sala… una de tres” Y se sorprende con la risotada de todo el curso.
Cuando preguntaba sobre el significado de algún chilenismo, pícaramente le contestaban algo diametralmente opuesto y, tal vez por eso, jamás logró dominar bien nuestro idioma. Todos recuerdan una frase suya para el bronce: “La única vez que me equivoqué, fue cuando creí que me había equivocado”
Permítame contarles una anécdota personal del padre Bernardo. Él era reconocido por su seriedad científica y regularmente recibía libros de distintos lugares y también desde detrás de la Cortina de Hierro, para que los revisara antes de ser publicados. En una ocasión en que fui a conversar con él, lo encontré revisando un libro de un matemático ruso. Le pregunté cuántas faltas encontraba normalmente en un libro, y me dijo que entre 600 y 1200 errores. Hoy me pregunto, ¡si los científicos se equivocan tanto, qué queda para nosotros!
Fue un excelente esquiador, pero su deporte favorito era la natación. Era uno de los que partían nadando desde el Club de Yates de Algarrobo y salía a mar abierto para rodear la Isla de los Pingüinos y regresar a Algarrobo un par de horas después. Una vez se le acercó el Servicio de Rescate de la Armada para rescatarlo, pero se negó a subir a la lancha diciéndoles: “No se preocupen. Sé nadar. Soy un hombre rana”
Asume la rectoría del Liceo Alemán en 1961 y se entrega por entero a un abanico de actividades, entre las cuales fue capellán del Grupo Scout, acompañándolos a campamentos con gran sencillez y cercanía. Les juro que las mejores charlas sobre las constelaciones y el firmamento, las recuerdo cuando el padre Bernardo nos explicaba la bóveda celeste bajo el cielo estrellado en un campamento de verano.
Al padre Bernardo le gustaba viajar y conocer distintos rincones de este Chile que tanto quería. A comienzos de la década de los ’80 fue invitado a visitar la Antártica. Estando en dicho Continente, visitó la Base Polaca y conversando con ellos se dio cuenta que estaban muy abandonados por su gobierno. Les ofreció celebrar una Misa en dicha Base, pero el Comisario político lo prohibió, a pesar de que el padre Bernardo hablaba perfectamente el polaco.
En 1964, el padre Bernardo es contratado como profesor titular de la Cátedra de Astronomía de la Universidad Católica. Por un lapso de 30 años dedicó una buena parte de su tiempo a la enseñanza y promoción de la Astronomía, realizando una vasta labor académica y pastoral. Por razones de salud, a los 81 años, abandona la docencia.
El padre Bernardo Starischka, obtuvo varias distinciones en su vida. Nombraré sólo tres. Por sus relevantes servicios, recibió el año 1966 la Orden al Mérito Bernardo O’Higgins, que otorga la República de Chile a ciudadanos excepcionales. Además, en 1987 recibe el “Premio Internacional en Física y Astronomía” otorgado por la Universidad de Barcelona, a través de la Sociedad Científica Interamericana. Y el Gobierno de Austria lo condecoró en julio de 1990 con la Orden “Das Goldene Ehrenzeichen für Verdienste um die Republik Österreich”
Hasta los últimos momentos de su vida, decía: “Apenas salga de esta clínica, tengo que hacer un viaje al nuevo Observatorio de Paranal”. No cabe duda que como hombre de fe se sentía preparado para el último viaje y con toda sencillez aceptó su destino final, partiendo de este mundo el 31 de Marzo de 1999. Los muchos amigos que tenía no lo podíamos creer. ¡Fue un regalo de Dios para todos nosotros!